El relato parecía claro. La inflación está desbocada y los bancos centrales tienen que acelerar la normalización de las políticas monetarias. Sin embargo, los riesgos de recesión han puesto piedras en el camino. Aunque en el actual clima parece que la prioridad es atajar las presiones inflacionarias aunque se cause cierto daño a la economía, empiezan a surgir dudas, sobre todo al auscultar los latidos de la Reserva Federal. El pronóstico sigue siendo que la Fed no detendrá su firme paso hacia el endurecimiento de sus políticas, pero no pocas voces empiezan a vislumbrar que haga alguna "parada en la carretera", lo que se conoce como el put de la Fed.

¿En qué consiste este concepto? Cogiendo la terminología bursátil de la opción de venta o put (contrato que le da al comprador el derecho, pero no la obligación de vender un activo a un precio determinado, antes de una fecha de vencimiento concreta, según definen los analistas de IG), esta expresión se utiliza cuando la Fed interviene aplicando políticas más laxas al ver un notorio deterioro en las bolsas. Su uso empezó a extenderse cuando Alan Greenspan presidió la Fed (de 1987 a 2006) y el banco central de EEUU actuó varias veces de esta manera.

Tras el rebote experimentado durante la última semana de mayo, los principales índices bursátiles europeos y estadounidenses volvieron a ceder terreno la semana pasada, lastrados por el temor de los inversores a que el proceso de retirada de estímulos monetarios por parte de los bancos centrales impacte muy negativamente en el crecimiento económico. "En este entorno de mercado las "buenas noticias" macroeconómicas, como fueron los datos de empleo estadounidenses de mayo, publicados el viernes, tuvieron una negativa acogida por parte de los inversores en los mercados de bonos y de renta variable estadounidenses, ya que alejan la posibilidad que se venía barajando de que la Fed "levantase el pie del acelerador" e hiciera una pausa en su proceso de subidas de los tipos de interés oficiales", explica Juan J. Fernández-Figares, de Link Securities, confirmando que esa opción ya se estaba comentando en los mercados.

Javier Molina, portavoz de eToro en España, hace hincapié en que "el conflicto de intereses entre los mercados y la Fed se pone de manifiesto al darse una divergencia, no tanto en la magnitud, sino en el horizonte temporal de esas alzas de tipos". "Esto se traduce en alta volatilidad intradía, falta de determinación en el movimiento desarrollado y cómo se asumen como "malas noticias" los buenos datos", señala.

En este sentido, Molina apunta al dato de inflación de EEUU que se conocerá el viernes: "Si el dato es mayor que el descontado por el mercado, parece lógico esperar un movimiento negativo por parte de las bolsas, máxime cuando tenemos la próxima reunión de la Fed a la vuelta de la esquina". El consenso espera constatar que se ha alcanzado el techo de inflación, tanto a nivel general (8,2% estimado frente al 8,3% en abril y el máximo del  8,5% en marzo) como subyacente (5,9% estimado frente al 6,2% en abril y el máximo del 6,5% en marzo).

El último episodio de un put de la Fed tuvo lugar entre 2017 y 2018, como recuerda Yves Bonzon, CIO (Chief Investment Officer) del banco privado suizo Julius Baer: "La Fed emprende su segundo programa de políticas de ajuste cuantitativo (QT, por sus siglas en ingés), cinco años tras su último intento de reducir el balance del banco central, que terminó siendo un fracaso. Efectivamente, el episodio de ajuste de 2017/2018 fue fugaz: antes de cumplirse un año desde su inicio, los mercados de renta variable se sumieron en una rápida corrección, propiciando que se ejerciera la famosa opción put de la Fed (en torno a los 2400 puntos en el S&P 500 en ese momento), ya que el banco central acudió al rescate de los mercados e impidió que los precios siguieran cayendo al suspender el ciclo de subidas de tipos en curso y detener, poco después, la venta de bonos".

Con un balance apenas saneado, al menos según los estándares actuales (bajó de 4,5 billones a 3,7 billones de dólares), prosigue Bonzon, el rendimiento de los bonos del Tesoro de EEUU a 10 años registró un máximo del 3,2% y se desplomó rápidamente hasta el 1,5% en el verano de 2019, su mínimo histórico anterior, antes de alcanzar el nuevo y todavía vigente mínimo histórico del 0,5% al comienzo de la pandemia.

Las cosas ahora son distintas. Mientras se prepara para reducir su enorme balance de 8,9 billones de dólares, la Fed se enfrenta a un contexto económico y financiero muy diferente y los inversores se encontrarán con un banco central radicalmente distinto. "Más que la deflación, que fue la principal fuente de preocupación durante la última década, es la inflación la que se mantiene en un nivel obstinadamente alto, y los responsables de la Fed parecen decididos a anticiparse a la curva endureciendo las condiciones financieras en la mayor medida posible", plantea el experto de Julius Baer.

Además de extender el alcance y acelerar el ritmo de las subidas de tipos, incluidas dos subidas de 50 puntos básicos cada una previstas para este año, el plan actual de ajuste cuantitativo está destinado a reducir los activos del banco central hasta en 95.000 millones de dólares al mes, es decir, duplicando el ritmo al que se redujeron durante el anterior programa de QT." Es cierto que en los últimos dos años el balance se ha duplicado con creces, pero el tono agresivo y en ocasiones contradictorio de varios miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) hace que muchos declaren que el put de la Fed está acabado. Esta postura se ve reforzada por el hecho de que los bancos centrales restan cada vez más peso al escenario de un "aterrizaje suave" y dejan la puerta abierta a una recesión leve, en caso de ser necesaria para erradicar la inflación", explica Bonzon.

Camino "estrecho" para la Fed

El analista concede que, si bien el entorno macroeconómico actual deja mucho más margen para un ajuste de políticas que el ciclo anterior, la vía de la que dispone la Fed es estrecha. "Es cierto que la posición financiera de los hogares ha mejorado mucho, ya que apuntalaron sus cuentas corrientes durante la pandemia y se beneficiaron de unos muy necesarios aumentos salariales nominales, dos factores que contribuyen a mantener una saludable demanda de los consumidores a pesar de la subida de los precios. Sin embargo, no queda claro hasta qué punto son fuertes estos vientos de cola" cabila Bonzon.

Con todo, lo incierto del panorama hace que el experto no quiera cerrarle la puerta a esta opción put: "Resulta extremadamente complicado predecir cuándo y dónde repercutirán los precios de los activos en la economía real, pero si persiste la inflación por el lado de la oferta y los activos de riesgo siguen cayendo en picado, los consumidores podrían cambiar rápidamente sus pautas de gasto. Por otra parte, una bajada del precio del petróleo hasta el rango de los 70-80 dólares sigue siendo un comodín que podría aliviar considerablemente las presiones inflacionistas y respaldar la confianza de los consumidores. En conjunto, el panorama continúa presentándose como uno de los más inciertos a los que nos hemos enfrentado en años, lo cual hace que las predicciones que anuncian el fin del put de la Fed sean muy probablemente prematuras".