• La tensión China y EEUU con el coche eléctrico pone en el centro a Europa
  • Trump defiende un arancel universal del 10% que afectaría al Viejo Continente
  • Estas medidas arrastrarían a la economía europea a la recesión
Europa y el mundo están inmersos en una enorme batalla que ha centrado toda la atención: derrotar a una enconada inflación. El propio BCE en su última actualización macro en la reunión de junio habla de que no volverá al objetivo del 2% hasta finales de 2025 y que no logrará un IPC anual atado por debajo de esa marca hasta 2026. En ese sentido, los altos cargos de la institución monetaria se han encomendado a un delicado equilibrio de altos tipos de interés en el medio plazo para conseguir un objetivo muy complicado: lograr ese descenso final mientras se mantiene viva la llama de la recuperación económica. Una labor repleta de peligros y uno de ellos que ha estado bajo el radar durante meses y meses está cobrando fuerza para los expertos: una guerra arancelaria y comercial que eleve los precios… y al mismo tiempo sacuda con contundencia la economía de Europa.

El pasado mes de mayo, el Gobierno de Joe Biden revisó los aranceles impuestos por Donald Trump contra China en la última fase de la guerra comercial. Lejos de rebajarlos, el demócrata lanzó una nueva batería de gravámenes, con un 25% para los coches eléctricos y otras similares para los semiconductores, minerales críticos, baterías de litio, células solares y otros productos. La UE de momento no se ha sumado, pero sigue estudiando la opción hacer lo mismo y desde la Comisión Europea Ursula Von der Leyen ha explicado que "no dudaremos en tomar decisiones duras para proteger nuestra economía y su seguridad" alegando que había una "relación desequilibrada con China" por los "subsidios públicos que ayudan a competir a sus empresas con precios bajos".

Bruselas tiene abiertas investigaciones sobre ayudas públicas al coche chino, sector ferroviario, turbinas y paneles solares. Expertos y analistas han visto esto solo como el 'primer round' de una nueva oleada de proteccionismo que enfrentará a China con EEUU y Europa. A la espera de que concluya la decisión de Europa y venga la respuesta asiática e incluso una posterior escalada que afecte a todo tipo de productos, las elecciones norteamericanas podrían ser la gasolina que prende lo 'peor' de este enfrentamiento a través de gravámenes. Donald Trump ha propuesto un 'arancel universal' del 10% una medida que sería un "anillo protector" para las empresas de EEUU, según defiende el magnate neoyorquino. De lo que pocos dudan es que esta nueva etapa arancelaria es ya una realidad.
Dirk Schumacher y Nathalie Dezeure, analistas del banco francés Natixis ven la guerra comercial con China como un acontecimiento que tiene el potencial de tumbar el crecimiento de la zona euro. Además, esta guerra arancelaria supondría un duro golpe para los europeos: por un lado, Bruselas fuera a sus ciudadanos a adquirir coches eléctricos, paneles solares… y por otro, les arrebata la opción de lograr esos bienes a un precio relativamente 'barato' con los aranceles a China. Europa fuerza a sus ciudadanos a meterse de lleno en la electrificación y a 'rascarse el bolsillo'.

Estos economistas recurren a la teoría económica para explicar cómo los aranceles impactan en la economía y, sobre todo, en los consumidores. Si un país impone un arancel a las importaciones de otro país, esencialmente aumenta el precio de ese bien (por ejemplo el coche eléctrico chino) para sus compradores domésticos (los europeos). Hasta qué punto el precio cambia efectivamente y cuáles son las implicaciones macroeconómicas depende de varios factores. Un determinante crucial, por ejemplo, es la sensibilidad al precio a la demanda de ese bien específico. Dependiendo de lo alta o baja que sea esa sensibilidad, la empresa puede trasladar ese aumento de aranceles a sus clientes (o no). En el caso de los coches eléctricos, por ejemplo, todo hace indicar que los aranceles se trasladarán por completo al precio dada la 'escasa competencia' que suponen los coches europeos, que son mucho más caros y en algunos casos incluso de peor calidad.

Con todo, los expertos de Natixis explica que su análisis econométrico "muestra que los aumentos de aranceles tienen claramente el potencial de afectar significativamente el crecimiento en la zona del euro. Un aumento arancelario en EEUU del 10% podría reducir la producción en Alemania en aproximadamente un 0,5%, un 0,3% en Francia, un 0,4% en Italia y un 0,2% en España. Por lo tanto, dependiendo de la magnitud de los aumentos, la zona del euro podría caer en una recesión en respuesta a aranceles más altos", advierten estos expertos. Si además se produce otro aumento de aranceles con China, la 'dentellada' al PIB podría ser aún mayor, sobre todo para Alemania, que podría ver reducida su producción en un 0,7%.
"Para resumir nuestros resultados, un arancel del 10% sobre todos los bienes exportados a Estados Unidos y China conduciría en combinación a una caída notable del PIB, siendo Alemania claramente la más afectada y España la menos afectada", aclaran desde el banco de inversión francés. Mientras que el impacto total sobre Alemania superaría el 1%, en España apenas se quedaría en un 0,4%.

Estos expertos admiten que "parece cada vez más probable que las empresas europeas se enfrenten más pronto que tarde a nuevos aranceles cuando exporten a China o Estados Unidos. Todo hace indicar que la UE incrementará los aranceles para las importaciones chinas de vehículos eléctricos, por ello hay que mirar también la otra cara de esa moneda: es muy probable que China, a su vez, responda levantando los aranceles de importación para los exportadores europeos a la propia china. Lo que podría agravar el problema aún más: que los exportadores europeos a Estados Unidos también enfrenten nuevos aranceles tras las elecciones de noviembre. Una reelección de Trump probablemente llevaría a la imposición de nuevos aranceles a las importaciones europeas en Estados Unidos", aseguran los analistas de Natixis.

En todo este escenario amenazante para la economía europea y española no es nuevo. Por un lado, que "los exportadores europeos están acostumbrados a adaptarse a un entorno externo desafiante. El Brexit y el consiguiente levantamiento de obstáculos comerciales explícitos e implícitos es sólo el ejemplo reciente más notable de cómo se pueden deteriorar importantes vínculos comerciales. El aumento temporal de los aranceles en Estados Unidos a las importaciones europeas durante la administración Trump fue otro recordatorio de que los días en que el sistema de comercio global funcionaba sin problemas han quedado atrás", comentan los analistas de Natixis.
Las exportaciones llevan siendo el motor de crecimiento de la zona euro muchos años. La crisis de 2008 y las devaluaciones internas que se aplicaron posteriormente para resolver los desequilibrios (moderación salarial y contención en la distribución de beneficios) llevaron a la Unión Europea a presentar el mayor superávit por cuenta corriente del mundo, llegando a superar a China. Europa se convirtió en una economía muy abierta y dependiente del exterior. Ahora que los vientos soplan en contra de la globalización, este tipo de economía tan abierta se podría haber convertido en un riesgo.

"La relativa solidez del crecimiento de las exportaciones de la zona del euro no debe considerarse una prueba de que los exportadores podrán afrontar sin problemas cualquier nuevo desafío. Por un lado, el crecimiento de las exportaciones de la zona del euro recientemente ha sido más lento de lo que sugerirían los fundamentos. Además, es cada vez más probable que los exportadores europeos tengan que enfrentarse a los aranceles China y Estados Unidos, sus dos mayores socios comerciales", advierten desde Natixis.

Recesión… pero también inflación

Mientras la actividad económica sufriría por estas medidas, los expertos temen que también prenda la inflación y altere la hoja de ruta de los bancos centrales. Así lo expresaba en su último informe Ingrid Lexova, analista de S&P Global que explicaba que "el enfriamiento y la amenaza comercial en las relaciones con China amenazan con ser el factor que decante la balanza de la Reserva Federal (y el BCE) en su lucha contra la inflación". Para la experta de S&P Global, este factor es "la verdadera amenaza silenciosa de la lucha contra la inflación". En ese sentido, tiene claro que "en el corto plazo un crecimiento de los aranceles tendrá un efecto inflacionario, algo que retrasará los recortes de tipos de la Reserva Federal y, por lo tanto, mantendrá el entorno monetario estricto durante más tiempo, debilitando claramente las perspectivas del PIB Real".

A pesar de que el mundo ya vivió una situación semejante en el primer mandato de Donald Trump cuando inició una escalada de gravámenes contra todo tipo de productos chinos e inició una situación similar con la Unión Europea, la realidad es que esta vez el impacto podría ser incluso mayor, pues ambas regiones ya venían superando problemas en sus cadenas de suministro. "El proteccionismo es una distorsión del mercado encaminada a mantener altos los precios en ciertos sectores de la economía. Cualquier distorsión de esa naturaleza tendrá un impacto en la inflación", explicaba el último informe de Herzon Market Intelligence.

Sin embargo, desde S&P Global señalan que la principal víctima no sería precisamente EEUU. Para que los efectos inflacionarios comenzasen a sentirse con claridad en la economía norteamericana haría falta una escalada mayor, como la que podría traer Donald Trump con su 'arancel universal'. Esto se debe a que las nuevas imposiciones de Biden y la actual relación China-EEUU no es lo suficientemente fuerte como para generar ese gran efecto. No es así en Europa, donde la dependencia con el comercio chino es mucho mayor. Jorg Kramer, analista de Commerzbank tiene claro que las tensiones actuales ya "podrían dar un pequeño impulso a la inflación en la eurozona". Sin embargo, " una guerra comercial en toda regla con China aumentaría significativamente la presión inflacionaria con el paso de los meses".
Actualmente el comercio chino-estadounidense se ha contraído, en particular las importaciones. De hecho, el déficit comercial estuvo en 2023 en mínimos de 2010 al situarse en los 279.000 millones de dólares, según datos del Departamento de Comercio de EEUU. En EEUU las cifras son similares, pero su dependencia con respecto a China es mayor. A pesar de su importante reducción respecto a 2022, las importaciones chinas de Europa se sitúan en los 514.000 millones de euros y el déficit comercial está en los 291.000 millones de euros.

Sin embargo, en 2023 China se asentó como el segundo mayor socio comercial de la UE acaparando el 15% de todo el valor (importaciones sumadas a las exportaciones) quedándose a las mismas puertas de EEUU, con el 17%. En el caso de EEUU, China es su tercer socio, por detrás de Canadá y México. En total, el país asiático representa un 9,7% de su comercio.

Desde el propio BCE hablaron en 2019, al calor del 'primer round' de gravámenes, del impacto de los aranceles en la economía de Europa. "En la medida en que los mayores costos comerciales provocados por los aranceles más altos no se absorben en menores márgenes de ganancia para los productores, los precios de las importaciones aumentan y los precios relativos cambian. El aumento de los precios de las importaciones eleva los costos de producción de las empresas nacionales y la inflación interna, reduciendo así el ingreso real disponible de los hogares. Estos efectos pesan sobre el consumo, la inversión y el empleo, y tienen un impacto negativo sobre la actividad.
El analista de RaboBank, Philip Marey señala que el mandato de Trump sería clave para que esto ocurra. "Si bien existen muchas incertidumbres sobre el impacto de una segunda presidencia de Trump en la política económica, es muy probable que se produzca un aumento de los aranceles". Para Marey esto "afectará a la trayectoria de la inflación y, en consecuencia, a la trayectoria de tipos de la Reserva Federal (y del BCE)".

No hay cifras concretas para saber en qué términos estas disrupciones del comercio podrían añadir un impacto extra a los precios. El motivo es que estas dependen mucho de los productos gravados y las condiciones de la economía. Sin embargo, los analistas del National Institute of Economic and Social Research estudiaron los efectos de la última escalada de tensión comercial con el primer mandato de Trump y sentenciaron que generaron un 0,2% de inflación anual extra en EEUU al tiempo que se saldó con un 0,3% de impacto en su economía.

Desde la propia Reserva Federal lanzaron entonces un estudio (sobre el año 2019) alegando que los aranceles que se impusieron entonces (y que se mantienen hasta hoy en el caso de China) generaron una inflación extra del 0,1% para los consumidores y del 0,4% para las empresas. Galina Hale, analista detrás del estudio, casi anticipando la medida estrella de Trump hablaba de qué implicaría un arancel general a los productos chinos del 25%. En caso de que este no provocase una escalada, represalias… etc, el impacto de la medida sería un 0,3% de inflación añadida inmediata para los consumidores y del 1% para las empresas. En cualquier caso, Hale mostró sus dudas sobre los efectos que podrían tener a largo plazo "no está claro cómo afectará a los precios internos con el paso del tiempo, ni siquiera si serán positivos o negativos".